El humedal completo fue arrasado por el incendio, más de 10 hectáreas de totoral, plantas nativas, turba otros recursos naturales.

¿Cuáles son los posibles daños y efectos del incendio?

Desde el 4 de octubre 2022 un nuevo incendio forestal intencional afectó cerca de 254 hectáreas, gran parte de ellas correspondientes al Parque Nacional Rapa Nui y en particular al sitio emblemático de Rano Raraku, el cual fue arrasado casi por completo.

El análisis técnico de severidad del incendio indicó que más del 31% de la superficie dañada alcanzó categorías 6 y 7, es decir, severidad media-alta y alta concentrada precisamente en el interior de Rano Raraku, donde se encuentra el humedal; de hecho, la severidad más alta se registró dentro del humedal mismo.

Rano Raraku es un sitio patrimonial de primera importancia tanto en lo relativo a recursos naturales de la isla como a sus bienes monumentales, un espacio único de unas 60 hectáreas en total, con una cuenca interior que alberga un humedal de unas 10 hectáreas.

Aunque existen cientos de elementos arqueológicos en el sector, muchos de ellos moai en diversas fases de tallado, lo cierto es que el humedal concentra una importancia tanto desde el punto de vista cultural e histórico (sedimentos), como también desde el punto de vista ecológico y de biodiversidad.

Hasta que no se complete el diagnóstico integral de Rano Raraku y se tengan los resultados de las diversas pesquisas y evaluaciones técnicas, no podremos hacernos una imagen más completa de los múltiples daños que el incendio forestal premeditado causó al Rano Raraku.

Sin embargo, en un balance muy sucinto y preliminar se pueden visualizar estos daños evidentes y potenciales.

La severidad de un incendio forestal se refiere al cambio ecológico producido por el fuego, incluyendo alteraciones biológicas, físicas y químicas, que en el caso del Humedal Rano Raraku fueron del grado más alto.

Avifauna nativa

Es preocupante la posible erradicación de la especie de ave nativa llamada localmente tavake (Phaeton rubricauda), cuya principal y virtualmente única colonia en Rapa Nui es Rano Raraku.
La erradicación de aves nativas de un lugar quiere decir que ante la perturbación humana y otras situaciones hostiles las especies abandonan un hábitat, incluso a pesar de haberlo ocupado por muchas generaciones.
El incendio parece no haber afectado de manera directa a las aves ni a sus nidos, pero pueden haber efectos producto de las alteraciones en el ambiente, como por ejemplo el posible aumento de roedores exóticos desde el humedal hacia las áreas de nidificación.
Esto sería una gran tragedia, toda vez que desde hacía unos 15 a 20 años se venía manteniendo una población relativamente estable de tavake en este sitio, incluso con aumento de población en ciertos periodos.

Flora nativa

La historia de alguna de las plantas nativas más destacadas del Humedal Rano Raraku se remonta hasta unos 30 mil años, como es el caso del ŋa’atu o totora.
Es difícil que a raíz de este incendio algunas de estas especies se extingan en el lugar, pero sí afectará su balance en medio de la competencia con las pantas invasoras.
Las especies nativas de la isla más relevantes del humedal son ŋa’atu (Schoenoplectus californicus), tavari (Persicaria acuminata), tres variedades de hiku kio’e (Cyperus polystachyos, Cyperus eragrostis, Cyperus cyperoides). Estas especies, sobre todo la totora y el tavari no solo dependen del humedal sino que benefician las condiciones de este ambiente acuático.

Humedal

El humedal ya venía desde hace unos años sufriendo el impacto de la sequía y el cambio climático, sin embargo, el incendio forestal premeditado destruyó casi todo el totoral, que, como especie fitodepuradora, cumple una función esencial para mantener la salud del humedal, además de proteger al espejo de agua del exceso de evaporación por acción del sol y del viento.
El desbalance químico exacerbado es otra consecuencia que puede afectar.
Al destruir toda la cubierta de totora, el humedal quedó aún más expuesto al sol y al viento, haciendo más difícil la recuperación de las dos plantas nativas acuáticas que lo protegían.

Totora

La totora siempre ha sido clave en la vida de este humedal, al grado que van de la mano, la totora depende del agua pero el humedal a su vez depende de la totora, ya que esta cubierta previene la evaporación excesiva del agua.
Esto es fundamental sobre todo en el caso de Rano Raraku, donde el cuerpo de agua siempre ha sido de pequeño volumen (hasta 3 metros de profundidad en los últimos 15 años).
La totora también era en este humedal una materia prima tradicional de variados usos, pero que principalmente se usaba para la confección de flotadores, llamados pora.
La pérdida de esta totora implica presiones extractivas en los otros humedales de la isla, Rano Aroi y Rano Kau, que presentan ambientes muy amenazados y sensibles a la intervención humana.

Recursos paleológicos

El Humedal Rano Raraku es un verdadero archivo de cambios ecológicos y climáticos a través de siglos de historia, parte de los incluso correspondientes a la época de poblamiento y desarrollo de nuestra cultura.
Al calcinar la totora y otras plantas, los residuos pueden alterar el registro, aparte del desequilibrio químico.

Monumentos

La piedra y la toba sí se ven afectadas por el fuego, aunque no lo parezca a primera vista. Por ejemplo, se producen alteraciones químicas, se debilita su superficie y se producen otros daños que son irreparables.
Se calcula en varias decenas de moai afectados, pero se requerirán análisis completos para evaluar los daños, no solo en los moai y en las canteras sino también en otros monumentos del sector.

Plantas invasoras

Una de esas consecuencias es que con la muerte de gran parte de las plantas nativas del humedal ahora queda un nicho ecológico «vacante», que será ocupado por plantas invasoras, a menos que se tome acción inmediata.
Plantas como el kaiore (cardo) y el mauku piro (pasto imperialista) tienen una gran capacidad de colonización, sobre todo después de que el fuego arrasa con la cubierta vegetal nativa.
Estas plantas a su vez siguen desplazando e impidiendo el crecimiento de las plantas nativas, aparte de generar otros problemas, como el exceso de combustible y el impacto en la arqueología.
El mauku piro incluso es una especie pirófila, la cual el fuego lo único que hace es favorecerla en su propagación.

Erosión

Sin cubierta vegetal se agudiza la erosión ya existente en el cráter y producto de la pérdida de la cobertura vegetal, la cual además se da en condiciones de sequía, más suelo se pierde por el viento y parte de él posiblemente termina en el humedal.
Esto se ve incrementado debido a que continúan ingresando vacunos y caballares al interior del humedal, que generan más erosión por el tránsito a través de áreas vulnerables y por ramonear los brotes de plantas nativas, como la totora, afectando la regeneración natural.

El incendio en la turbera del humedal se ha extendido por meses, ya que se trata de un fuego subterráneo de avance lento y difícil de combatir, que ha requerido control y monitoreo permanente a lo largo de los meses por parte de los brigadistas de la BRIPA CONAF Rapa Nui.

Golpe fatal al Humedal Rano Raraku

Como es bien sabido, nuestro Humedal Rano Raraku ha sufrido desde hace algunos años los efectos de la sequía y el cambio climático, que han afectado de forma importante a su cuerpo de agua.

Pero tras el incendio forestal producido en octubre, que devastó el interior y el exterior de Rano Raraku, la catástrofe es mayor, prácticamente es el golpe fatal a este humedal… a menos que hagamos algo.

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